Se Busca un Hombre

Toda mujer, por mas que se empeñe en negarlo, requiere de un hombre que la haga sentir viva.

Bien es cierto que a las mujeres les gusta el romanticismo, los detalles y todas las ridiculeces, que ustedes los hombres, esten dispuestos a hacer. Pero es igual de cierto que hay algo en especial que nos saca de nuestras casillas, que nos eriza la piel, que nos embriaga y nos pone a mil. Son muchas las emociones encontradas que envuelve una sola palabra: Pasión.

En una relación es importante, ¿Qué digo importante?, es imprescindible que esos dos cuerpos se unifiquen, que se encuentren, que se quemen. Que al pasar el uno al lado del otro vibren, que brote una energía superior a ellos que les exiga contacto, les ordene tocarse y les grite rendirse.

A las mujeres nos encanta sentirnos deseadas y amadas, nos gusta, que a nuestra pareja les guste estar a nuestro lado, sentirnos, explorarnos, conocernos. Ademas, nos gustan los retos y aventuras; que recorran nuestro cuerpo, que se sumergan  en él, que descubran nuestros pasajes y nos transporten a lugares inimaginables o en su defecto, desconocidos.

La verdad es, que no exigimos mucho, nos basta con que nos hagan el amor extraordinariamente. No vayan a creer que el trabajo es solo suyo, nosotras también nos valemos de artimañas, trucos y cartas bajo la manga que inteligente-mente sabremos utilizar. Pero sin desviarnos mucho (puesto que el tema es cómo ustedes nos hacen sentir), prosigo diciendo que a mas de diez les gustan los tours, que ustedes al empezar el recorrido utilicen sus manos extratégicamente palpando cada yacimiento de nuestra tierra, que su boca, nos cubra con tal suavidad que nuestros sentidos se disparen y que su lengua arremate, afilada y dispuesta a cazar a su presa, que en nuestro cuerpo dibujen un mapa marcando nuestro follaje.

Entren en nosotras, complazcan y déjense complacer.Que el estar dentro de su pareja sea el paraíso, descubrimiento, alcanzar lugares que ni ella misma sabía tener. Hacerla volar, retorcer, erizar, suplicar, implorar, agradecer y al final...estallar, explotar en mil y una formas, rendirse ante ti dejando salir su satisfacción. Embeberse el uno al otro, hacerle entender a su cuerpo que tiene dueño...

Sí, eso es lo que nos gusta y que a muchas le da vergüenza reconocer, pero es así: cada mujer lo siente y cada una de ellas lo quiere...menos yo, claro, yo seré monja.

Brenda L. Hernández.